La casa del cucú
“Las hembras de cucú ponen sus huevos en los nidos de otras especies de aves, aprovechando la ausencia de sus dueños.” BirdLife International (2012)
Julieta despertó malhumorada e hinchada. El maldito pájaro seguía haciendo ese infernal ruido agudo. — ¿cuando carajos va a migrar al sur? — pensó Julieta mientras buscaba su teléfono bajo la almohada. 7:45. Ni un maldito minuto mas de descanso, todo gracias a ese pinche animal. Abrió la ventana y localizando al pájaro en una rama le gritó — ¡Cállate hijo de la chingada. A ver si ya te vas al sur pinche pajarraco de mierda! — El pájaro voló asustado y Julieta, satisfecha, bajó a hacer el café.
Sobre el mostrador de la cocina, un brillante post-it llamó la atención de Julieta antes de que pudiese sacar la cafetera. — compré los materiales que me pediste, nos vemos en la noche, besos Juan. —
Julieta se sonrojó un poco al pensar en Juan, pero no le duró mucho ya que ahora que Juan le había traído los materiales, no tenia mas escusas que pintar el cuarto del bebé.
Juan y Julieta tenían dos años de casados y tan solo un mes viviendo en la nueva casa, la cual Juan decidió comprar cuando Julieta le informo que sería padre. A ella no le encantaba la casa, siempre encontraba algo que la molestaba: era demasiado grande, muy fría, muy oscura, demasiado lejos de la ciudad… la verdad es que no sabia exactamente que era lo que le molestaba tanto de la casa, era mas como una intuición que no podía explicar. Ella había intentado hablar con Juan acerca de esto, pero siempre la frenaba el pensar en los sacrificios que Juan había hecho para poder terminar de pagar la casa. Fue así que Julieta decidió hacer su máximo esfuerzo por habitar este monstruo hostil. Julieta utilizaba la mayor parte de su tiempo arreglando el cuarto donde dormiría el pequeño. La cuna fue herencia de una tía, los juguetes nuevos todavía se encontraban en su empaque y la alfombra esperaba, enrollada, recargada en una pared, a que se pintaran las paredes.
Después de un desayuno ligero, Julieta se vistió con su camisa de trabajo y se mentalizo para pintar el cuarto del bebé. La casa se sentía un poco mas fría de lo habitual esa mañana, y los ruidos extraños acechaban tras cada puerta y ventana. El pájaro seguía graznando afuera. Ella extrañaba su pequeño apartamento en la ciudad.
Con el rodillo pesado de pintura, Julieta comenzó su trabajo. La primera pared era grande y no tenia ventanas a pesar de dar al exterior de la casa. — Por esto es tan oscura esta casa, ¿quien carajos la diseñó? — Justo al intentar pintar la pared, el rodillo se rasgó con la punta de un clavo salía de la pared. —¡chingadamadre! —. Julieta tomó un martillo y le golpeó sin pensar en las consecuencias.
El martillo atravesó la pared como si fuera de cartón. Del otro lado había un cuarto oscuro que alguien había intentado esconder. La sorpresa tardo un poco en llegar, ¿que no ésta pared daba afuera de la casa? Julieta soltó el martillo y salió de la habitación, cerrándola de un portazo. ¿que acababa de pasar?
El teléfono de Juan marcaba ocupado y el corazón de Julieta latía mas rápido que un colibrí. Salió de la casa y la rodeó para ver la pared por afuera. No tenía rastros de ningún tipo de hoyo. El pájaro seguía haciendo ese ruido infernal. —¡DEJAME EN PAZ !— grito Julieta sin saber de donde provenía el sonido. Ella entró a la cocina y se sentó en la barra a pensar. La ansiedad le asaltaba, la casa se mofaba de ella. Julieta tomo su celular y regreso a la habitación. Nada había cambiado, el hoyo seguía ahí. — Esta casa no me vencerá — pensó armándose de valor. Con el celular en una mano y el martillo en la otra, arremato un terrible golpe contra la pared. Una vez que el hoyo era lo suficientemente grande, Julieta paso a el cuarto imposible.
El espacio era pequeño y sofocante, la única luz era la que entraba por el hoyo. Con la linterna de su celular, comenzó a indagar en la oscuridad. El piso estaba cubierto de plumas y en la pared se podían ver cientos de jaulas de pájaros. Era definitivo, en cuanto regresara Juan, ella le diría su opinión acerca de esta horrible casa. Después de esto, no se quedarían a tener una familia en este funesto lugar. En cuanto Julieta tomó su decisión, la casa, como si pudiera leer la mente de Julieta comenzó a crujir.
Julieta, asustada, trato de salir del pequeño cuarto pero las jaulas de pájaros se habían caído frente al hoyo, cerrando su paso. Desesperada, comenzó a aventar las jaulas por todos lados, la casa le quería matar y ella estaba dispuesta a luchar por su vida y la de su hijo. El sonido de la casa cambiaba, se parecía cada vez mas a el graznido de ese horrible pájaro que la despertaba cada mañana desde que se había mudado a esta maldita casa. En su desesperación, Julieta tropezó con una jaula y cayó al suelo lleno de plumas. Debió haberse golpeado la cabeza por que cuando despertó todo era diferente. ¿Había sido un sueño? No, seguía en aquel cuarto oscuro repleto de plumas y jaulas. Julieta se levantó y vio que el hoyo ya no estaba bloqueado. Se abalanzó contra el hoyo solo para golpearse en una barrera invisible que sellaba el cuarto. Julieta comenzó a golpear esta barrera sin afectarla. Se dio cuenta que del otro lado ya no estaba la habitación del bebé, estaba viendo el exterior de la casa. Y no solo eso sino que veía su propia habitación, su ventana se encontraba a un par de metros. Julieta intento gritar pero de su boca solo salían graznidos de ave. Desesperada, comenzó a graznar mas y mas. Parecía que alguien le había escuchado por que la ventana se estaba abriendo.
Una cara muy familiar le observaba desde la ventana. — ¡Cállate hijo de la chingada. A ver si ya te vas al sur pinche pajarraco de mierda! —